jueves, 19 de abril de 2007

Muerte de blanco (relato)

Aunque el título suene un poco tétrico... xD la historia no es macabra ni nada; va de vampiros *-* Es de cuando empecé a hacer mis pinitos con el tema, y bueno... en un principio iba a mandarlo a un concurso, pero por razones varias no pude T_T

Pues nada, tal como prometí aquí está. No comentéis, ¿eh? *nótese el sarcasmo*





Tenía miedo. Lo veía por todas partes. Me vigilaba. Seguía todos mis movimientos.

Se escondía en las sombras, y me asustaba. Creí que me volvería loca. Trataba de hacerme creer que todo era una ilusión. Pero era demasiado real para tratarse de eso. Todo; el susurro espectral de la noche, el ruido incesante del viento al golpear contra las ramas de los árboles, las carcajadas del ser que me seguía.

Me volví, dispuesta a correr para volver a la fiesta. Empezaba a tener mucho frío. El gélido viento se colaba entre las cintas que formaban mi vestido. Y pensar que precisamente había salido al bosque porque dentro del local hacía mucho calor.

Había recorrido escasos metros cuando alcé la vista hacia la casa. Música, gritos y risas llenaban el aire. Fue entonces que apareció otra vez. Su nariz tocaba la mía, pero estaba tan oscuro que lo único que pude apreciar fueron sus ojos. Eran grandes y rojos, teñidos de sangre.

Grité y grité, pero nadie me oyó. Traté de alejarme de aquel ser, pero me agarró por las muñecas. Cerré los ojos, y lloré. Sollozaba en silencio.

─No, no…─dije, con un hilo de voz.

Se giró y me miró, arqueando una ceja.

─Sabías que vendría a por ti─suspiró─, y no pudiste evitarlo─añadió, con voz ronca.

Entornó los ojos y siguió su camino, tirando de mí con violencia. Me dolían las muñecas, y forcejeé para liberarme de la presión de sus manos. Él se limitó a tirar de mí con más fuerza.

Llegamos a una zona llena de matorrales, cuyas ramas rasgaban mi vestido. Pero ya nada me importaba, ni siquiera la sangre que manaba de los rasguños en mis piernas y que teñía de rojo la tela de color níveo.

Por el contrario, eso pareció causar un torbellino de sensaciones a mi raptor, que me miraba, sediento. Hice acopio de valor y le miré, desafiante. Como toda respuesta, él sonrió y echó a correr, llevándome consigo.

Cuando ya llevábamos un buen trecho, me desplomé y caí cuan larga era en la hierba. Él se sentó a mi lado, observándome con atención.

─Una buena caza, sin duda─murmuró─. Pero tengo otros planes para ti, querida.

Como movido por un resorte se incorporó, y me ayudó a levantarme. Cogió mi mano, esta vez con un poco de delicadeza. Anduvimos poco más de diez minutos, sin pronunciar una palabra, y al fin llegamos. Comprendí. Llegamos al fin. El fin.

Le miré, suplicante. De nada sirvió. Me quedé mirando aquel terrorífico barranco, aterrorizada. El terror dio paso a la inconsciencia. Lo siguiente pasó muy rápido. Él puso sus manos encima de mis hombros y me dio la vuelta, quedando así de espaldas al precipicio. Parecía satisfecho.

Me acarició las mejillas y esbozó una sonrisa. Susurró unas palabras, que nunca llegué a escuchar, mientras me cerraba los párpados.

─No es el fin, querida. No es el fin.

Nunca había pensado que moriría así. Pero, para mi sorpresa, noté su aliento acercándose peligrosamente a mi cuello. Sus dedos jugueteaban con mi pelo, mientras yo permanecía con los ojos cerrados y mis lágrimas morían en sus labios.

Y todo acabó. No sentí dolor, y casi fue una sensación placentera, pero a medida que él bebía mi sangre, yo me percaté de que en breve me quedaría sin aire. Abrí los ojos durante unos segundos, y lo último que vi fueron sus ojos, escudriñando en la oscuridad y esperando advertir algún cambio en mí.

«Una semana después de aquel trágico accidente, la policía aún sigue investigando el caso de la muerte de una joven al caer en un barranco, en extrañas circunstancias. Grupos de rastreo continúan la búsqueda del cadáver de la chica. Muchos vecinos se han unido a la causa, y todo el pueblo parece muy conmocionado».

Tiré el periódico a la basura. No quería leer más. El recuerdo de mi vida me dolía. Ya nada sería lo mismo. Estaba condenada a la soledad perpetua.

Me toqué el cuello y palpé las dos marcas de colmillos que había. Ahora era una de ellos. Maldije por lo bajo.

Quería terminar con mi vida, aunque, al fin y al cabo, no era vida lo que latía en mi corazón. Era la muerte eterna.

jueves, 12 de abril de 2007

Entre vuelo y vuelo

Ay, ¡cuánto hace que no me paso por aquí! Siento haberlo tenido tan abandonadillo, pero no he tenido tiempo. Bueno, sólo queería comentar algo de mis vacaciones. Praga es una ciudad preciosa. Con decir que tan sólo salir del aeropuerto me llegó la inspiración para escribir... *-* Pero el problema era que no tenía papel. Así que de momento el relato está en mi cabeza, preparado para quedar plasmado en papel ^^

Dentro de poco colgaré algún relatillo por aquí *-*


I don't love you like I loved you yesterday...